miércoles, 19 de octubre de 2011

La cosa perdida

A veces me ocurre que un libro que me gusta mucho se queda en la estantería y me olvido de enseñarlo. El recuerdo de su lectura queda sepultado, una pequeña dulzura interesante aplastada por otras muchas que vinieron detrás. Y un comentario, una visión fugaz del lomo, o su versión cinematográfica -en este caso- hace que lo rescatemos y volvamos a ponerlo en el lugar que merece. Porque es uno de mis libros favoritos: "La cosa perdida", la primera obra de uno de mis autores favoritos, Shaun Tan. He aquí el corto, ganador de un Oscar el año pasado.
No se pierdan, sin embargo, el libro. Es también una belleza.


miércoles, 12 de octubre de 2011

Octubre: talleres, encuentros y té.

Hemos empezado el otoño con fuerza. Sobre todo con muchas ganas de llenar los días con actividades que nos resulten interesantes, encuentros con personas que nos inviten a ver las cosas de otro modo, desde otro punto de vista. Hemos ido armando las piezas del puzzle y he aquí el resultado: un octubre vertiginoso que esperamos os resulte emocionante. Mantenemos los talleres para niños y hemos añadido dos novedades: Talleres para adultos y Encuentros con autores, ilustradores y editores del panorama de la literatura infantil.
Os hemos ido informando de las actividades que hemos realizado en esta primera quincena a
través de Facebook y de nuestro correo electrónico (si quieres suscribirte a la lista sólo tienes que pedírnoslo en info@elbosquedelamagacolibri.es ). Ahora os hacemos un breve resumen para lo que queda de mes.


TALLERES PARA NIÑOS

VAYA TELA

Un taller creativo de animación lectora sobre hilos, botones, lanas y tejidos, para niños y niñas de 4 a 8 años.

Sábados 22 de octubre, 29 de octubre y 5 de noviembre, de 10,30 a 11,30

Precio: 25 euros, las tres sesiones (materiales incluidos)




TALLERES PARA ADULTOS

JÓVENES ILUSTRADOS
Un taller para familias y profesionales que tiene como objetivo conocer los libros que pueden formar parte del itinerario lector de jóvenes (amantes o no) de la lectura.
De la mano de Olalla Hernández Ranz descubriréis gozos literarios insospechados y el placer de compartirlos.

Martes 18 de octubre, de 19 a 20,30h
Precio: 12€


POSTALES DE AMOR o DESPECHO

Un taller de creación literaria y artística de Olalla Hernández Ranz para jóvenes y adultos (de 13 a 99 años)

Martes 25 de octubre, de siete a ocho y media. 12€



ENCUENTRO CON...

Arianna Squilloni, editora de A buen paso y autora de "Pequeña parka" y "En casa de los abuelos". viernes 21 de octubre, a las siete de la tarde (actividad gratuita)


Y EL ÚLTIMO VIERNES DE CADA MES... TÉ CON ÁLBUM

Inauguramos una nueva tradición en nuestra librería: el último viernes de cada mes nos encontraremos, a las ocho de la tarde, para hablar sobre álbum ilustrado y tomar un delicioso té. Quedáis todos invitados. (Actividad gratuita)

domingo, 18 de septiembre de 2011

De hilos y agujas y botones.

Inauguramos el otoño con un nuevo escaparate, diseñado y ejecutado junto a Beatriz Sanjuan, que es una mujer con talento para casi todo y con un buen gusto que quita el hipo.
Sobre todo, disfrutamos tanto haciendo cosas juntas en TresBrujas y la librería...






Si queréis ver todas las fotos, pinchad aquí.



lunes, 18 de julio de 2011

NO DIGA QUE NO LE HEMOS AVISADO

Si se le ocurre a usted hacerse explorador e ir a investigar a lugares lejanos, y recoger especies extrañas y traérselas a la civilización.... debería ver este ilustrativo vídeo sobre posibles consecuencias. No diga después que no le hemos avisado.

Micro Loup from Richard McGuire on Vimeo.


Un corto de Richard McGuire.

lunes, 27 de junio de 2011

PLAYA, MAR


La relación que uno establece con un libro es siempre personal e intransferible. Tiene que ver con nuestras vivencias, nuestros recuerdos, nuestros deseos, nuestros sueños. Hay libros fáciles de recomendar, porque nos parecen universales. Otros no lo son tanto por diversas razones: porque nos tocan en lo más íntimo o nos llevan a lugares donde nos da miedo entrar o nos desvelan partes de nosotros mismos que desearíamos no reconocer.

El libro del que os quiero hablar hoy pertenece a los primeros, a los universales. Me lo enseñó su autor,Bernardo Carvalho, cuando nos vimos en Bolonia. Después de haberme enamorado de su "El mundo en un segundo", estaba dispuesta a caer rendida ante "Praia Mar". Y así fue.Un libro sin palabras. Las ilustraciones no tienen que ver con ninguno de sus libros anteriores. Me remiten, inevitablemente, a "Dos mujeres corriendo en la playa" de Picasso, por los volúmenes, por los colores.
Me remiten, también inevitablemente, a mi infancia, a todas aquellas tardes de verano en las playas del norte. A todas las tardes del presente, también.


A las toallas, retales dispersos de color sobre el fondo de arena, cuando la marea está baja. Los charcos entre las rocas repletos de tesoros animales y vegetales. Los charcos en la orilla, agua caliente donde sentar a los bebés con sus cubos y sus palas. El progresivo desplazamiento de sombrilla, zapatos, bolsas a medida que las olas van conquistando terreno. La franja de arena se va volviendo invisible, los retazos de color cada vez más abundantes, más apiñados. Los niños construyendo pequeñas murallas de arena que el mar deshace, indiferente.

El baño, saltar las olas -ahora grandes, ahora pequeñas-, hacer el pino, hacer el muerto, escalar a las rocas ya rodeadas de azul.
Días de playa, universales en el Atlántico, retratados sin palabras en Praia Mar. Un placer para los sentidos, para la memoria. Azul, negro, rosa, blanco. Bernardo Carvalho. Planeta Tangerina.



Praia Mar. Bernardo Carvalho. Planeta Tangerina, 2011
La editorial ha desarrollado una guía de trabajo para el aula que podéis consultar aquí: http://www.planetatangerina.com/publico/4_pdfs/prop_prof_praia-mar.pdf
El libro está disponible en nuestra página web, en la sección Libros>Para todas las edades

miércoles, 15 de junio de 2011

UNA TEMPORADA PARA SILBAR


El título. La cubierta. La primera frase de la sinopsis que figura en la contraportada, parte de un anuncio por palabras de un ama de llaves que ofrece sus servicios: “No cocina, pero tampoco muerde”. Todo en este libro prometía, y eso a veces es un riesgo enorme, pues toda expectativa es susceptible de ser confirmada o defraudada.

Tras la lectura de los primeros capítulos uno es consciente de sumergirse en una obra perfectamente estructurada, con una prosa que te envuelve y te traslada un siglo atrás a los polvorientos veranos de Montana. Lo increíble del caso es la pérdida de esa conciencia, el momento en que sientes que estás leyendo sobre una infancia que no has vivido pero que es parte de la tuya propia, y crees haber cabalgado cada mañana hasta la escuela entre la nieve, peleado a puñetazos en el patio de la escuela y haber esperado con impaciencia la llegada de un cometa Halley que para ti pasó 75 años después, de manera bastante menos significativa.

Cuando el libro acaba, se rompe la magia y uno sólo desea regresar. Regresar a la niñez, ser capaz de revivirla con la intensidad con que lo hemos hecho mientras leíamos aunque no fuera la nuestra. Siempre nos queda el consuelo de silbar.

Una temporada para silbar. Ivan Doig. Libros del Asteroide, 2011.


domingo, 5 de junio de 2011

De ruedas, cigüeñas y tejados.


Me lo recomendó una amiga librera: "Todo un clásico", me dijo; "lo que no sé es qué tal le habrán sentado los años". Así que, ni corta ni perezosa, lo añadí a la carta de los reyes magos para mi hijo Darío. No le prestó mucha atención cuando abrió el paquete; incluso esbozó una tímida protesta cuando les propuse que fuese nuestra nueva lectura en voz alta. "Leemos un par de capítulos, y si no os gusta lo dejamos" -insistí. Aceptaron.

La historia trancurre en Shora, una aldea de pescadores holandesa, a mediados de los años cuarenta. En la escuela hay apenas media docena de niños, las condiciones de vida son duras, rayando la supervivencia. Lina, la única niña de la clase, le pregunta al maestro una mañana por qué no hay cigüeñas en su pueblo y sí en todos los de alrededor. Éste, en lugar de dar una respuesta clara, les anima a investigar. Así se inicia esta aventura a la que se verán arrastrados todos los habitantes de Shora, y nosotros -lectores- con ellos.
Una vez llegados a este punto, ya no pudimos abandonar la lectura. Nos planteábamos infinidad de preguntas, como Lina. Mis hijos querían saber exactamente cuánto medía una cigüeña, un nido de cigüeña, las rutas de migración. También por qué no hay cigüeñas en Asturias. Pero sobre todo, les producía una inmensa curiosidad y cierta perplejidad lo diferente de la vida de esos niños comparada con la suya propia. La escasez de medios (los niños pasan una cuarta parte del libro buscando una rueda que ya no resulte útil en el pueblo, misión prácticamente imposible), la relación con sus padres, incluso la libertad de la que disfrutan.
Mi colega librera tenía toda la razón: todo un clásico. Ahora puedo confirmar, sin lugar a dudas, que ha sobrevivido al paso del tiempo. Y recomendarlo.

Una rueda en el tejado. Meindert DeJong; il. Maurice Sendak. Noguer, 2010.

sábado, 21 de mayo de 2011

Versos que el viento arrastra

Cuando cayó en mis manos este libro, pocos días antes de que El Jinete Azul viniese a presentar su proyecto editorial, no me fijé en el autor del libro. Lo abrí al azar y apareció de forma natural este poema, como si alguien lo hubiese leído antes y me hubiera dejado la marca para que yo lo encontrase, una recomendación anónima e intencionada.

Los libros
no son para mirarlos,
son para tocarlos,
abrirlos,
y leerlos,
que es como entrar en ellos.

Prueba y verás.

Te recuerdan
a cuando viajas
a una ciudad diferente,
y todo parece nuevo,
sorprendente,
y hasta un poco misterioso

A ese poema le siguieron otros, y me maravillaba cómo, instantáneamente, las palabras nombraban sentimientos y creaban imágenes detrás de mis ojos, dejándome la sensación de estar experimentando un dejà vu.

Semanas más tarde Guillermo, uno de esos seres especiales que pululan por nuestro bosque y que han acabado por ser amigos, con quien comparto pasiones musicales y literarias, me comentó lo sorprendente que le resultaba este libro de Karmelo Iribarren, tan alejado de su temática amorosa. Yo caí en la cuenta de que no había reparado en quién lo había escrito. El desconcierto inicial fue sustituido por un reconocimiento de lo esencial: esa aparente sencillez que nos deja poemas limpios, certeros. Esas imágenes que nos acompañan, que reconocemos y recordamos una y otra vez.

El libro está repleto de objetos y sentimientos cotidianos. Los poemas de Karmelo y las ilustraciones de Cristina Müller nos invitan a contemplarlos y contemplarnos desde otro lugar en el que nunca habíamos estado y del que nos costará regresar.

bolsa de plástico

Mírala
ahí
en mitad de la calle
sola
quieta

temerosa
de que aparezca el barrendero

soñando
con un poco de viento
para sentirse
nube.

Versos que el viento arrastra. Karmelo C. Iribarren; il. Cristina Müller. Editorial El Jinete Azul.

sábado, 14 de mayo de 2011

Félix Albo

No sé si habéis tenido alguna vez la oportunidad de escuchar a Félix Albo. Es un narrador excelente, de esos que te hacen pasar de la risa reír y llorar hasta que ya no sabes si tus lágrimas son de risa o de pena o de las dos cosas. Cuenta para adultos y para niños. Cuenta bien, cuenta fenomenal. Y además está permanentemente de gira, así que es fácil que un día os caiga cerca y podáis disfrutar del lujo de escucharle. Para mientras, aquí le tenemos contando Madrechillona.



martes, 19 de abril de 2011

Esos objetos deliciosamente inútiles... una entrevista a Chico Bicalho.


La primera vez que me encontré con las criaturas de Chico Bicalho fue en casa de una amiga. Ella me las mostró, y yo las admiré como objetos de diseño, aunque sin dedicarles demasiado tiempo. Hasta que su hijo mayor, asombrado de que yo no hubiese tenido el impulso de hacerlo, empezó a darles cuerda. Y entonces llegó la fascinación.

La fascinación tiene como ingredientes principales la curiosidad, el misterio y, en menor medida, el miedo. Utilizando sabiamente estos tres elementos, en las dosis adecuadas, podemos fabricar algo que produzca fascinación. No, no se emocionen: yo también ignoro la receta exacta. Pero he descubierto que la presencia de una criatura mecánica que se comporta como un ser vivo parece ayudar mucho.

Los autómatas tienen la cualidad de ser a la vez causa y efecto de una fascinación. Nacen de la obsesión de sus creadores por atrapar aquello que no comprenden, por imitar la perfección de la naturaleza y reproducirla. Al mismo tiempo, provocan en aquellos que los contemplan la necesidad de hacerlos moverse una y otra vez para intentar entender el secreto que esconden. Es como observar repetidamente el truco de un prestidigitador, intentando comprender cómo lo hace, pero sin dejar de sentir un asombro entusiasmado.

Al fin y al cabo, una de las acepciones que recoge el diccionario en la definición de fascinación es “engaño o alucinación”. Los autómatas más famosos de la Historia, aquellos que no sólo reproducían los movimientos animales y humanos, sino que además alardeaban de reproducir sus funciones, tenían, finalmente, truco. Es el caso del Pato con aparato digestivo de Vaucanson, un pato de cobre formado por más de cuatrocientas piezas móviles que podía, entre otras cosas, batir sus alas, graznar, beber, comer grano y –supuestamente, y aquí estaba el truco - defecar. Algo parecido ocurría con El turco, un autómata que se hizo famoso por batir jugando al ajedrez a las grandes personalidades del siglo XVIII, y que en realidad era accionado por el mejor ajedrecista de la época a través de un complejo sistema de imanes.

Los autómatas de Chico Bicalho son también fruto de la fascinación de su creador por la naturaleza y sus criaturas.Sus mecanismos están al aire, para que no tengamos ninguna duda de que en este caso, no hay truco. Sin embargo, están llenos de magia.

Desde que los tengo en la librería, he tenido la ocasión de observar a cientos de personas de todas las edades mirarlos, manipularlos, y quedarse extasiados viendo sus movimientos libres e irregulares. Y entonces surgen las preguntas: ¿Habrá encontrado este artista brasileño la receta exacta de la fascinación? ¿Cómo es posible que sus criaturas conquisten a grandes y pequeños por igual?

Para satisfacer nuestra curiosidad, intentar desvelar parte del misterio y disolver el miedo -sin perder ni un ápice de fascinación- hemos charlado con Chico Bicalho, esperando que nos diese algunas claves para entender su arte. He aquí el resultado.


¿De dónde te viene la inspiración para crear tus robots?

Nací en Río de Janeiro, una ciudad grande como muchas otras pero con una característica interesante: está rodeada por el bosque urbano más grande del mundo, el Bosque Tijuca, un parque nacional. Además de amplias zonas de bosque y hermosas montañas de granito –la más famosa es Pan de Azúcar-, Río tiene también las playas urbanas más bonitas del mundo. Así que he sido afortunado por haber crecido en una gran ciudad con tanta naturaleza a su alrededor. En Río no es extraño ver diferentes especies de colibríes, loros, tucanes y una gran variedad de insectos exóticos. Si uno se aventura en calles más remotas, encuentra erizos, osos hormigueros, armadillos y otras criaturas curiosas para una ciudad.

Cuando tenía siete años, mi madre compró una casa de campo en un valle de las montañas, en la región de Petrópolis donde ella había nacido y vivido hasta la adolescencia. Esta casa, que está ahora a mi cargo, es fuente de gran parte de mi investigación informal sobre la “vida salvaje” de la naturaleza. Los animales que pasean por el patio son asombrosos, de una variedad infinita. He visto tantas criaturas fantásticas, y año tras año aparecen otras nuevas que me siguen sorprendiendo. El Bosque Atlántico, uno de los más ricos en variedad de especies de plantas y animales del planeta es, sin duda, lo más importante en mi vida, y he tenido la suerte de tener la oportunidad de estar cerca de él. Siento que estoy rodeado de inspiración por todas partes.

Entonces, ¿tus criaturas están basadas en modelos de la naturaleza, como los antiguos autómatas?

Sí. Desde siempre, desde que era pequeño,me han fascinado los animales de todo tipo, especialmente los “diferentes” y los que no son suaves ni adorables. Mis padres me decían que yo estaba fascinado por los animales cuando todavía era un bebé, especialmente por las lagartijas que caminaban por las paredes; y cuando aprendí a hablar les dije que me encantaba aquél animalito que era así… y me tumbé en el suelo con las manos abiertas. Me encantan las salamanquesas y todo tipo de insectos, como los escarabajos irisados -muy comunes en los bosques tropicales de Brasil-, los mamíferos extraños como los osos hormigueros, los perezosos, y también los rinocerontes y los pulpos que veía en la tele cuando era pequeño. La verdad es que me gustan todo tipo de animales, pero mi punto débil siempre han sido los animales que no son admirados por ser “lindos”, que la gente considera “extraños” de un modo muy superficial. Por poner algunos ejemplos: Creo que los murciélagos son tan hermosos (e importantes) como los colibríes; ambos me fascinan por igual. Algo parecido me ocurre con las arañas y las mariposas. Me gusta pensar que todos los animales salvajes tienen la misma importancia para el planeta.

Creo que todos mis “bichos de cuerda”, reflejan de alguna manera todo el interés que me producen los “animales olvidados”, y transmiten esa fascinación que tengo por ellos. Me encantan, por ejemplo, los pequeños e insignificantes insectos marrones, con sus pequeñas antenas, y paso mucho tiempo observando cómo se mueven. De hecho, no me gusta tocar los insectos o manipularlos (no soy del tipo biólogo), porque estoy seguro de que a ellos no les gustaría que yo les tocase. Simplemente los observo, y a menudo coloco un trozo de papel delante de ellos –si están dentro de mi casa-, les dejo subirse a él y los llevo fuera, a una hoja, para que puedan encontrar un compañero apropiado para procrear.

¿Eras un niño creativo, o es algo que has ido desarrollando con la edad?

De niño hacía algunas cosas un tanto diferentes en términos artísticos. Producía pequeños objetos, casi siempre trabajaba en tres dimensiones. Hacía, por ejemplo, raras tumbas para los pollitos que me regalaban en las ferias, o para las lagartijas muertas. También fundía plomo en la cocina de casa y forjaba cosas inventadas, jugaba con mercurio de termómetros rotos y otras cosas malísimas para la salud.

¿Cuál fue tu primera creación, la primera vez que sentiste que estabas haciendo arte?

En los años 60, el periódico “O Jornal do Brasil” publicó una estadística que estimaba que existían seis ratas por cada ciudadano de Río de Janeiro. Al día siguiente, Millôr Fernandes, escritor del mismo periódico, declaró: “¡Alguien tiene doce ratas porque yo no tengo ninguna!”. En diciembre de 1965, yo tenía 5 años recién cumplidos y me cambié con mis padres a una casa ubicada al final de un callejón sin salida, en Río. Una mañana, justo después de terminar la mudanza, salí a la calle y me encontré con media docena de ratas de alcantarilla muertas, envenenadas, tiradas en la calle. En aquel momento yo no era consciente pero aquellas serían “mis seis ratas”. Entré corriendo en mi casa, cogí un bote nuevo de spray plateado, volví a la calle y pinté meticulosamente todas las ratas con él. Aquello me pareció fascinante, como si las ratas se hubiesen convertido en objetos de metal brillante; quedaron como “nuevas”. Cuando se las llevó el barrendero, la mancha de color plata alrededor de cada animal permaneció, y dentro de ellas, el perfil intacto de cada rata, como si fuera la escena de un crimen. Todavía tengo esta imagen perfectamente grabada en mi memoria, tanto la de las ratas plateadas como la de las manchas en el suelo con el perfil exacto de cada animal en distintas posiciones, como un negativo fotográfico.

La mayoría de los creadores de autómatas han sido relojeros, mecánicos, científicos o filósofos. ¿Cómo fue tu proceso de formación artística? ¿De qué disciplina partiste?

Como para mí siempre ha sido más fácil trabajar con objetos, terminé interesándome en hacer escultura. A principios de los años 80 estudié en la Rhode Island School of Design, en Nueva York. Rápidamente dejaron de interesarme las cosas que se consideraban “bonitas”, y descubrí que me interesaba más el azar, ya que juntaba las sobras de los recortes de alumnio, cartón, y experimentaba de distintas maneras con materiales que encontraba en la basura, fundición de bronce, pintura… Y el trabajo iba haciéndose cada vez más bi-dimensional, aunque yo siempre pensaba en términos de escultura. Mi interés por la fotografía surgió como otra manera de hacer escultura. Así que después de licenciarme por la RSID, cursé el Máster of Fine Arts de Fotografía de Nueva York, que fue un tanto aburrido, porque echaba de menos combinar la fotografía con la escultura. Trabajé en el estudio de Annie Leibowitz y pasé muchas horas metido en el Metropolitan Museum.


¿Cómo nació el primer Critter?

El primer Critter se me ocurrió mientras trabajaba en el estudio de mi amigo David Dear, en Nueva York, en 1992. Habíamos comprado unos motores con un peso giratorio en el medio, en un almacén de saldos industriales llamado “Canal Surplus”. Tenían más de veinte mil unidades de unos motorcitos japonenses sin usar desde hacía más de cincuenta años y que habían sido creados para unos artículos de broma que representaban una dentadura saltarina. Compramos media docena a 50 céntimos cada uno, y los tuvimos rodando por el estudio una temporada. Recuerdo que me gustaba darles cuerda y dejarlos libres por la mesa, para verlos girar, caerse y hacer piruetas. Una noche se me ocurrió la idea de soldarle cuatro patas de alambre a uno de los motores, y así nació Critter. Más tarde, llevamos muestras a una tienda de Manhattan, que nos hizo nuestro primer pedido: 12 unidades. Así que tuvimos que hacerle algunas mejoras, refinarlos un poco: básicamente modificar la curva del alambre y colocarles unas pequeñas “puntas de muleta” con forma de tubo de ensayo, pero que al ponerlos en los alambres curvados asumieron la forma de unas diminutas “botitas”. Y esas botitas son hoy en día una especie de marca de todos los bichos de cuerda que he diseñado.

¿Entonces tú solo fabricabas todos los Critters?

Sí. Fue así como empezó mi carrera como “fábrica de un solo hombre”, cuando los Critters se vendían en sólo tres tiendas de Nueva York: en la MXYPLYZYK, en el museo Guggenheim, que distribuía en la antigua tienda de Broadway, y en la tienda del propio museo. Entre 1992 y 1997 aprendí muchas cosas interesantes. Aprendí por ejemplo a meditar, y no fue algo intencionado, pero hoy me doy cuenta que todo el proceso de repetición de los movimientos y la constancia en los gestos, ayudaban a mi mente a vaciarse y a despegarse de aquella situación que, en un principio, podía aburrirme. Aprendí a organizarme con precisión, colocando en el sitio preciso las herramientas sobre la mesa de trabajo, para apenas tener que extender el brazo para coger el alicate sin mirar. Cuando tenía que repetir un movimiento 500 veces en una tarde esto era esencial. Solamente para las patas, he calculado que hice un mínimo de cuarenta mil operaciones de flexión del alambre para los más de 4.500 Critters “hechos a mano”.

En 1997, KIKKERLAND me propuso la producción de los Critters a escala verdaderamente industrial y acepté. Luego diseñé a Spinney, su hijito, y fue todo un éxito, y así decidimos iniciar la familia de critters, que ahora diseño junto a mi pareja, Isabella Torquato.

¿Por qué decidiste hacer bichos que funcionasen a cuerda y no con pilas, como la mayoría de los juguetes actuales?

Me contaron una cosa graciosa que ocurrió en una feria a la que acudió KIKKERLAND: un niño jugó un rato con uno de los critters, después lo examinó minuciosamente y enseguida le preguntó a su madre: “¿Dónde está la pila?”. Es muy importante para mí que estos objetos sean de dar cuerda y no necesiten pilas. Odiaría saber que miles de pilas serán utilizadas y desechadas para dar movimiento a mis juguetes. Los engranajes y mecanismos son para mí como órganos vitales en movimiento y el hecho de que la cuerda dure un tiempo limitado es importante ya que, de lo contrario, si fuesen movidos a pila, perderían la gracia rápidamente porque serían demasiado “automáticos”. Movidos a cuerda demandan la atención y la participación activa de las personas, ya que el movimiento dura un tiempo limitado que se va acabando poco a poco, como una vida cortita, y tenemos que interactuar para que haya movimiento nuevamente. Cuando alguien les da cuerda, de alguna manera, les da vida a estos bichos y, de cierta forma, todo juguete de dar cuerda tiene encanto en este sentido.

¿Cómo es el proceso de creación de un nuevo “bicho de cuerda”? ¿Es más importante el diseño del objeto o lograr un movimiento determinado?

Cuando Isabella y yo creamos los bichos de cuerda, en principio, no los vemos como “juguetes”, por más que de hecho lo sean. La idea principal es que su movimiento y sus comportamientos sean imprevisibles, por más mecánicos que sean. Los productos que tienen movimiento generado por la vibración provocada por la oscilación de un peso que gira excéntricamente ya están provistos de esta imprevisibilidad intrínseca, una vez saltando hacia un lado, otra hacia el otro y muchas veces a punto de volcar. Estéticamente, la intención es que cada producto sea puramente mecánico, teniendo como únicos adornos la llave de su cuerda, las botitas y algunas veces el color. Es importante que haya un área indefinida entre lo mecánico y lo orgánico; esencialmente son insectos-robot que hacen reír a las personas. El objetivo principal es que cada producto tenga un comportamiento, aunque no tenga una apariencia de diseño gracioso. Es más, tenemos un compromiso de no trabajar demasiado en el “diseño” de estos objetos, dejando que el lado máquina de cada producto sea más importante y que su movimiento sea el que haga alusión a un ser vivo. El Critter fue descrito por Allan Chocinov como: “no form following no function” (ninguna forma siguiendo ninguna función), y consideramos que esto expresa precisamente la esencia del concepto de cada uno de estos productos.


¿Qué técnicas utilizáis para diseñar los critters?

El proceso de creación de estos productos nunca se repetía de uno a otro, cada uno acababa siendo desarrollado de una manera propia. El Critter fue hecho por “clonación”, a partir del original; Spinney fue integralmente hecho por descripción verbal de un texto enviado por fax; Katita fue un término medio entre el objeto en sí y el diseño en Quark; Bonga fue todo en Quark; ZéCar en AutoCAD; y más adelante, para Awika utilizamos fotos y montajes en Photoshop. Según íbamos evolucionando, aprendíamos modelado en 3D con programas sofisticados. Aprendimos un poco de animación digital, como fue en el caso de Le Pinch, para el que fue fundamental mostrar el movimiento por simulación de la animación antes de cualquier cosa. Hoy en día vale ya casi todo. Se puede empezar con el modelado 3D, dar continuidad con fotos y fotomontaje poniendo muchas flechas, circulitos y mil anotaciones seguidos de interminables textos y explicaciones por e-mail. El prototipo para Bonga fue generado en un viaje en clase económica de un vuelo de United Airlines, entre Sao Paulo y Nueva York. Por aquel entonces estaba permitido embarcar en cabina con alicates y trozos de alambre. Bonga fue materializado en producto recurriendo al Quark como herramienta de dibujo y hoy tiene un sitio especial en mi corazón, porque me involucré en su proceso de creación de forma especial. Quizás por la lentitud de su alzado en Quark, la dificultad para expresarme en este medio, la manera rudimentaria de generar las imágenes, intentando representar en 3D los dibujos técnicos, con un resultado entrañable y humilde que refleja el comportamiento y la personalidad de Bonga, que tiene una enorme tenacidad para escalar pequeños obstáculos con sus patitas giratorias haciendo “fuerza”, su lentitud. A mí me da un poco de pena Bonga, no sé bien por qué, pero el esfuerzo que hace, sus patitas pequeñitas y su lentitud me conmueven. Él plasma muy bien el cariño que tengo por la criaturas olvidadas, incluso porque Bonga no es una es tan popular como Awika.


Zécar es el que menos se parece a un animal, ¿verdad?

Sí. Mi amigo Guga Casari y yo desarrollamos el ZéCar específicamente para generar fondos para financiar el proyecto de reforestación Mil Folhas. Gracias Zécar y a Kikkerland hemos conseguido plantar, desde el año 2000, por lo menos ciento veinte mil esquejes de más de ochenta especies diferentes de árboles de Bosque Atlántico. Centenares de niños de la escuela pública de Petrópolis participan en el proyecto, aprendiendo y enseñando a sus padres y familiares la importancia de preservar y recuperar el medio ambiente. En nuestro sitio web hay más información sobre el proyecto: www.projetomilfolhas.com

Los autómatas siempre han simbolizado la tensión, la dicotomía entre lo natural y lo artificial. ¿Definirías a tus criaturas como animales o como máquinas?

Creo que el Critter, y todos los demás bichos de cuerda, reflejan de alguna

manera el profundo interés y el amor que siento por estos animales que no tienen ningún “atributo especial”. Por que el Critter y el resto de los bichos, esencialmente no tienen atributos especiales: no tienen formas exuberantes, y son fundamentalmente objetos sin diseño, “desnudos”, simplemente un motor con patas de alambre y unas botitas que hacen que se muevan de forma impredecible. E increíblemente, con esa simplicidad son capaces de entretener a gente de todas las edades, y estoy orgulloso de ello. Me hace feliz.

Ha habido gente que me ha venido algunas veces con sugerencias, como ponerles un “cuerpo”, como un “cuerpo de araña”. Pero estas personas no han sido capaces de darse cuenta de que el hecho de que este producto no tenga “cuerpo”, es lo que hace que la gente confunda en su subconsciente entre una máquina y un animal. ¿Son robots? ¿Son animales? La ambigüedad es lo que les da a estos animales una especie de “alma primitiva. Y sospecho que esta es una de las razones por las que suscitan tanto interés en gente de todas las edades.

Entrevista: Lara Meana

Traducción del portugués: Eduardo Gomes

Artículo publicado en Educación y Biblioteca en diciembre de 2009.

lunes, 7 de marzo de 2011

Leer en familia



Un interesante trabajo del ilustrador Arnal Ballester para LecturaLab, un proyecto de la Fundación Sánchez Ruipérez para potenciar la lectura en familia.

viernes, 4 de marzo de 2011

un año de escaparates



Alejandro Nafría, un excelente fotógrafo y amigo, nos ha regalado
esta belleza de vídeo, con nuestros últimos escaparates.
(Gracias, Alex)

lunes, 14 de febrero de 2011

TresBrujas

Podría ser el azar. O eso que llaman destino. Nunca lo sabremos.
Pero el caso es que algo, que yo llamaré conjuro, hizo que estas dos mujeres se cruzaran en mi camino y llenaran la librería y mi vida de magia y energía creativa.

Primero llegó Beatriz Sanjuan, cuando el local todavía estaba en obras. Yo estaba dejándome los dedos intentando montar esa alga maravillosa que se desparrama desde el techo separando el espacio de taller del espacio de venta. Ella entró, algo tímida, y se presentó. El director de mi proyecto final del máster le había hablado de mí, de la librería. Volvió, muchas veces, cada vez con más frecuencia. Con sus hijos, sola. Siempre acababa contando un cuento a algún niño en el sillón rojo. Me maravillaba -todavía lo hace- esa capacidad suya de conectar instantáneamente con los pequeños, especialmente con los bebés. Hablábamos de libros, y yo siempre estaba deseando que apareciese por la puerta para compartir con ella mis nuevos descubrimientos. Todavía lo estoy.

Al poco tiempo apareció Olalla Hernández. La primera vez vino de espía, como ella cuenta aquí. Luego volvimos a encontrarnos en un curso que yo organizaba. Ella era ponente y me dejó con la boca abierta con su forma de ver el mundo, la literatura. Pronto empezamos a colaborar impartiendo formación aquí y allá, de Gijón a Guatemala. Entre tanto viaje, nos hicimos amigas.

Fueron pasando los meses, los años. Cada vez hacíamos más cosas juntas: talleres, cursos, el trabajo como editoras de Intermón, los proyectos de promoción lectora, los escaparates. Ay, los escaparates. Merecen una entrada propia, supongo. Mientras me pongo a ello, aquí podéis disfrutar del último, fotografiado por Nafría.

Un día descubrimos que nos encantaba trabajar juntas, que nos complementábamos y nos multiplicábamos. Y así nació TresBrujas.

Ahora no me imagino la librería sin ellas, la verdad. No sería la misma. Ni yo tampoco.

martes, 8 de febrero de 2011

letras sobre ciencias

Si yo lo sé. Sé que hay mentes privilegiadas que pueden con todo, con ciencias y con letras. Que dominan las integrales y las ecuaciones de tercer grado, la formulación avanzada, los lenguajes de programación y se saben los 206 huesos del cuerpo humano. Que escriben brillantes comentarios de texto sobre el Ulises de Joyce, traducen la Eneida de Virgilio sin diccionario y lo saben todo sobre la arquitectura mesopotámica, las guerras napoleónicas y la obra escultórica de Giacometti. Me dan una envidia que me muero, porque yo debo admitir que soy, fundamental, única y exclusivamente, una chica de letras. Por capacidad, pero también por interés.

Por esta razón me resulta casi inexplicable el fervor que me ha despertado este libro:
"50 teorías científicas revolucionarias e imaginativas".












El tacto del papel color manila de la cubierta, la mezcla superpuesta de fotografía e ilustración... todo me llevó a abrirlo y empezar a leer.
Por el principio. Por la introducción, en el que el autor nos define lo que él entiende por teoría científica: "creaciones lógicas que reflejan el resultado de las más cuidadosas observaciones experimentales y tienen como objetivo una mejor comprensión de cómo se producen los fenómenos del mundo". Así que la ciencia es creativa, pensé. Pues bien, esto me interesa. Seguí leyendo.

El libro está dividido en siete capítulos:
El macrocosmos
El microcosmos
La evolución humana
La mente y el cuerpo
El planeta Tierra
El universo
El conocimiento

Cada capítulo se inicia con un glosario para no-iniciados, seguido por las teorías. Teorías explicadas brevemente para ser leídas en 30 segundos. Yo tardé ese tiempo casi exacto en leer la primera, el Principio de Mínima Acción -me cronometré por curiosidad-, pero me temo que tardé algo más en comprenderla. Soy una chica de letras, recuerden. Lo curioso es que, en lugar de quedarme perpleja y abandonar, como casi siempre que me enfrento a conceptos referentes a las disciplinas científicas, esta vez entendí. O al menos creí entender. Y eso me hizo seguir leyendo.

Así que, queridos lectores, si yo, una chica de letras que había tirado la toalla con las ciencias, he pasado tres días con la nariz metida en este libro, imagínense qué ocurriría si...

(esbocen una teoría, hagan un experimento y por favor, compartan resultados)

50 TEORÍAS CIENTÍFICAS REVOLUCIONARIAS E IMAGINATIVAS. Paul Parsons. Ed. Blume, 2010

viernes, 21 de enero de 2011

Los talleres de Beatriz Sanjuan en El Bosque de la Maga Colibrí

CUENTOS DE INVIERNO

El invierno no es tan frío como parece: hay cartas de enamorados, amigos reunidos junto al fuego, chocolate caliente...

Si quieres comprobarlo y disfrutar las

más bellas historias en nuestra compañía, te esperamos todos los lunes de febrero (y el 31 de enero de regalo) en El Bosque de la Maga Colibrí.

31 de enero y todos los lunes de febrero de 2011

DE 6 A 7 DE LA TARDE


Un taller de Beatriz Sanjuan para niños y niñas de 4 a 8 años.

Inscripciones en la librería o por teléfono 984 19 24 41




NOS VAMOS DE VIAJE

Ir a visitar a la abuela, recorrer el mundo en avión, cavar un agujero hasta las Antípodas, esperar un tren en el andén, llegar al Polo Norte en submarino o en ballena...

Hay muchos medios de transporte, muchas maneras de viajar... también a través de los cuentos y nuestra imaginación.

Los viernes, de 6 a 7 de la tarde, en El Bosque de la Maga Colibrí, nos vamos de viaje con Beatriz Sanjuan. ¿Te vienes con nosotros?


Un taller de animación lectora para niños y niñas de 4 a 8 años.