sábado, 2 de mayo de 2009

empezar a leer

No recuerdo cuándo empecé a leer. En mi casa no había demasiados libros, ni mis padres eran grandes lectores. Mi madre dice que apenas me contaban cuentos, ni me leían por las noches. Sin embargo, yo recuerdo las historias interminables que mi abuela inventaba para mí mientras paseábamos por el bosque, mientras caminábamos aquel camino interminable desde el autobús hasta su aldea, mientras cocinaba, mientras merendábamos, o a la hora de ir a dormir. Mi abuela es una de esas personas que consigue sacar un relato apasionante de una anécdota anodina. Sabe contar, sabe engancharte a sus palabras, sin artificios, sin teatralidad. Y creo que de ella me viene la voracidad por las historias, aunque no haya heredado su capacidad para contar.

No recuerdo cuándo empecé a leer, pero desde siempre me recuerdo con un libro al lado. En el autobús del colegio, en el recreo, en el parque, leyendo a escondidas por las noches pese a las protestas de mi hermano para que apagara la luz.

A veces vuelvo la vista atrás e intento descubrir los hilos que me fueron atando a los libros, por si puedo reproducir las puntadas, como mediadora de lectura que soy, como recomendadora, como librera. No lo consigo. Sólo consigo recordar sensaciones que todavía me asaltan ahora, cada vez que leo un buen libro. Y me tengo que conformar con intentar compartirlas, hablando de lecturas y de libros.

1 comentario:

  1. Cómo me alegro de que te hayas decidido. Y cómo me gusta esta forma de contar.
    Bienvenida a la blogosfera y por favor, sigue escribiendo...

    ResponderEliminar