La historia trancurre en Shora, una aldea de pescadores holandesa, a mediados de los años cuarenta. En la escuela hay apenas media docena de niños, las condiciones de vida son duras, rayando la supervivencia. Lina, la única niña de la clase, le pregunta al maestro una mañana por qué no hay cigüeñas en su pueblo y sí en todos los de alrededor. Éste, en lugar de dar una respuesta clara, les anima a investigar. Así se inicia esta aventura a la que se verán arrastrados todos los habitantes de Shora, y nosotros -lectores- con ellos.
Una vez llegados a este punto, ya no pudimos abandonar la lectura. Nos planteábamos infinidad de preguntas, como Lina. Mis hijos querían saber exactamente cuánto medía una cigüeña, un nido de cigüeña, las rutas de migración. También por qué no hay cigüeñas en Asturias. Pero sobre todo, les producía una inmensa curiosidad y cierta perplejidad lo diferente de la vida de esos niños comparada con la suya propia. La escasez de medios (los niños pasan una cuarta parte del libro buscando una rueda que ya no resulte útil en el pueblo, misión prácticamente imposible), la relación con sus padres, incluso la libertad de la que disfrutan.
Mi colega librera tenía toda la razón: todo un clásico. Ahora puedo confirmar, sin lugar a dudas, que ha sobrevivido al paso del tiempo. Y recomendarlo.
Una rueda en el tejado. Meindert DeJong; il. Maurice Sendak. Noguer, 2010.
Qué chulo el comentario, y el libro parece super bonito, habrá que ponerlo en la lista.
ResponderEliminarLibro maravilloso que yo he regalado a una niña de 10 años. Le ha encantado
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